viernes, 19 de abril de 2013

VIERNES DE CUENTOS VI

¡Hola! Como cada viernes, toca un cuento nuevo. Esta vez, es un cuento de terror y es de un escritor anónimo. Espero que os guste y muchos besos.

             

NUNCA ESTAMOS SOLOS

Había una vez, un chico que se llama Jason. Él acababa de comprar una casa situada lejos de la urbanización, en los alrededores de un pequeño bosque, exactamente. Cerca de la casa, había un gran lago en el que se reflejaba el sol todas las mañanas.

Jason era feliz con su vida, le gustaba vivir solo. Bueno, al menos eso era lo que él creía…

Una noche, sobre las dos o tres de la madrugada, Jason se despertó al oír un fuerte ruido en el ático de su casa, normalmente, no solía subir allí arriba, pero aquel fuerte ruido le obligó a subir para comprobar si se había caído algún mueble o cualquier otra cosa. En el ático no había luz, era el único lugar de toda la casa en el que no había electricidad.

Subió con una linterna que tenía guardada en su habitación, al hacerlo, no vio nada sospechoso y volvió a la cama un poco intranquilo después aquel extraño suceso.

A la mañana siguiente, desayunó e hizo su rutina diaria. Jason trabajaba de oficinista en una sede de edificios muy importante, se tomaba muy en serio su trabajo. Después de vestirse y desayunar, buscó su reloj de pulsera que tanto le gustaba. No estaba en la mesita de su habitación, él siempre solía dejarlo allí, pero ésta vez su preciado reloj estaba bajo la cama, qué extraño...

Olvidando lo que había pasado, salió de casa y se fue directo a trabajar, el camino hasta la ciudad era un poco largo, pero eso no le importaba, le gustaba sentir el ambiente de la naturaleza mientras paseaba por el bosque.

Cuando llegó a la oficina, el jefe le regañó extrañado por haber llegado tarde, puesto que Jason siempre llegaba puntual a su trabajo. Jason miró su reloj y se dio cuenta de que estaba atrasado una hora, cómo si alguien hubiera cambiado la hora manualmente.

Durante el día, las cosas no le habían ido tan bien como resultaban irle.

Salió del trabajo agotado, casi había llegado a casa, cuando de pronto, entre los árboles y matorrales del bosque que conducía hasta su casa, un escalofrío recorrió todo su cuerpo al mirar el perfil de su casa, y ver una luz que se reflejaba en la ventana del ático.

¿Estaba Jason imaginándose aquello a causa del cansancio o había realmente alguien más en su nueva casa?

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